15 Jun 2015
junio 15, 2015

Empatía

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La empatía es una forma especial de comunicación, en la que dejamos de lado nuestra propia persona, para entender al otro desde su propia realidad. Nos ponemos entre paréntesis y nos dejamos llevar por su situación. Es una forma de conectar emocionalmente con la otra persona. La empatía es entender no desde la comprensión, desde los pensamientos, desde la razón, sino entender desde la emoción, desde el corazón, desde lo que se siente al estar en la situación que nos está contando la otra persona.

La empatía es la forma en que conectamos con la otra persona para entender lo que siente, no lo que dice. Para ello debemos olvidarnos por un momento de nosotros mismos y nuestra historia, intentar meternos en la historia del otro para percibir sus sentimientos, con su realidad y desde su situación. Entender desde la empatía significa que nos ponemos en su lugar e intentamos sentir lo que le pasa al otro, como si el otro y yo estuviéramos fusionados.

En la empatía es necesario también, sentir y escuchar sin juzgar, sin hacer una valoración moral o personal de lo que nos está contando. Significa aceptar al otro en su realidad más allá de nosotros mismos y de lo que pensamos y creemos. Muchas veces lo que el otro nos cuenta, puede parecernos desacertado o que nosotros lo hubiéramos hecho de otra forma. Si exponemos nuestro punto de vista, desde ese lugar no estaremos empatizando, sino simplemente aconsejando o dando una opinión personal acerca del hecho. Empatizar será entender que esa persona no pudo en ese momento reaccionar de otra manera, lo hizo como pudo o como le salió en ese momento y que se siente de determinada manera. Si la persona se siente aceptada, sentirá que tiene permiso para expresar lo que siente sin ser juzgada, condenada, criticada, etc.

La empatía no siempre requiere del lenguaje verbal, una mirada, un gesto, un abrazo o nuestra sola presencia, muchas veces trasmite más que mil palabras.

La presencia empática será el inicio de una relación desde la cual podemos ayudar al otro a encontrar alternativas y posibles soluciones a su pesar o dolor. La otra persona es la que realmente sabe lo que le pasa, sabe lo que siente y sabe lo que piensa, por lo que si actuamos empáticamente ella misma podrá verse a sí misma a través nuestro y así descubrir su propio camino.

Cuando le preguntamos al otro por lo que le pasa y en especial por lo que siente, abrimos un canal de conexión emocional en el que dejamos que se exprese libremente. Esto favorecerá una apertura, desde la que surgirán nuevas emociones y en el que la otra persona sentirá alivio y esperanza.

Las necesidades que la otra persona experimenta en una situación, pueden distar mucho de lo que nosotros creemos, pensamos o sentimos ante la misma situación. Por eso además de ponernos entre paréntesis, debemos ser capaces de apropiarnos de sus emociones y necesidades. Solo así será posible brindarle una verdadera comprensión y ayuda.

No se trata de adivinar lo que el otro siente, sino de intentar sentirlo y ponerlo en palabras que le devolveremos de forma amable y con aceptación. Por ejemplo: María, por lo que cuentas me parece que te sientes desorientada por lo inesperada de la situación. Seguramente María responderá: Sí, eso! No sé qué hacer, para dónde ir, es que fue todo muy repentino y jamás me lo había planteado.