Según la OMS el envejecimiento activo ( vejez activa ) es el “Proceso de optimizar las oportunidades de salud, participación y seguridad en orden a mejorar la calidad de vida en las personas que envejecen”y parte del reconocimiento de los derechos que tienen las personas mayores en cuanto a su independencia, participación, dignidad, atención y autodesarrollo. Para ello se sustenta en tres pilares: participación social, seguridad económica (sistema de pensiones digno) y salud a fin de ofrecer una mayor calidad y esperanza de vida a edades avanzadas. Amplía su visión al dejar de focalizar la salud sólo física del envejescente para agregar un punto de vista psicológico que genera una visión global de la persona.
La vejez activa incluye la prevención y reducción de patologías de la tercera edad a través de la implementación de programas de educación, para que los envejescentes desarrollen actividades que promuevan su salud y bienestar, teniendo en cuenta sus necesidades de desarrollo y crecimiento. Promover la implicación de los ancianos en su propia vida, a través de actividades que los incentive y que impulse sus ganas de vivir en lugar de dejarse morir. Que sigan sintiéndose útiles e integrados en la sociedad, cambiando su percepción acerca de su lugar.
Desde los propios envejescentes, se demanda un lugar diferente para ellos, un lugar que los integre. Demanda desde una actitud positiva, activa y de hacerse cargo de de las riendas de su propia vida, a través de actividades que les estimulen, motiven, diviertan y de esta forma los acerque a vivir esta etapa con vitalidad y bienestar. La vejez activa propone potenciar los componentes psicológicos que determinan la calidad de vida de las personas que envejecen:
• Reduciendo los factores de riesgo asociadas a las enfermedades y fomentando la salud a partir de hábitos saludables
• Promoviendo la protección del funcionamiento cognitivo a través de programas de ejercicio intelectual
• Impulsando el afrontamiento positivo emocional desde un posicionamiento subjetivo (dinámica psíquica) frente a la vejez
• Estimula la participación psicosocial.
Para ello se tienen en cuenta el área corporal (cuidado del cuerpo) mental (cuidado de la mente)afectivo (el desarrollo afectivo y sentido de control) y social (como ampliar la implicación social). El envejecimiento activo por lo tanto tendrá en cuenta la optimización de las circunstancias que ayudan a proteger del bienestar físico, social y mental a lo largo de toda la vida, con la finalidad aumentar la expectativa y calidad de vida en la edad avanzada. Para ello se intenta, por un lado, mantener y reforzar la independencia, la participación social, el bienestar emocional y la salud física de las personas mayores para que puedan seguir aportando un valor positivo a sus familias, comunidades y sociedad. Por el otro, se desea promover la solidaridad intergeneracional creando una sociedad que los integre en lugar de marginarlos.
La educación para el envejecimiento, es una preparación para hacerle frente a esta nueva etapa de la vida que el envejescente tiene que enfrentar. A los niños los impulsamos a desarrollarse y a crecer, a los adolescentes a estudiar y prepararse para ser mayores, a los adultos a trabajar y madurar, y a los envejescentes? Acaso no hay que ocuparse de su desarrollo y bienestar para que puedan pasar la última etapa de la vida con felicidad y bienestar? El refrán que dice que la persona sigue creciendo hasta que se muere encierra esta gran verdad que muchas veces olvidamos. Desde esta idea se puede decir que la educación para el envejecimiento se sitúa dentro del ámbito de la salud mediante el desarrollo de actividades que promuevan la reflexión y la comprensión de los procesos que se ponen en juego en esta etapa, brindando información acerca de los cambios sociales, físicos y psicológicos implicados y ayudándolos a reflexionar acerca del duelo, proyectos, miedos, etc. que pueden surgirle. Aprender a ser ancianos de forma sana y participativa.
Asi mismo se trata de ofrecer un espacio para la recreación, la distracción y el placer a fin de que puedan utilizar el tiempo libre, que de lo contrario se les puede transformar en abrumador. Es una etapa donde el tiempo que ahora tienen disponible les permitirá desarrollar sus deseos y desde allí el poder hacer actividades que le produzcan un estado de placer y desarrollo personal. Se trata de implicar al anciano y posicionarlo frente a su deseo teniendo en cuenta la dinámica intrapsíquica y la posición frente al inconsciente.
Para ello será necesario pensar la educación para el envejecimiento como un proceso que comienza en la infancia y que es un proceso natural e inevitable. Una educación desde el propio sistema educativo y desde el propio núcleo familiar, que verse acerca de la vida y de la muerte de forma natural. Enseñando que somos seres determinados, finitos y que la vejez y la muerte es común a toda la humanidad. Este enfoque acerca de la vida permitirá que el proceso de duelo esté facilitado desde el inicio mismo de la vida. Pensar el aprendizaje desde este lugar implica un posicionamiento frente a nuestro propio psiquismo, enfrentando la angustia que produce el acercarse a la muerte y capacitando a la persona para saber operar y accionar ante estos temas con las herramientas adecuadas y de forma natural.
Además este aprendizaje debe promover la reflexión acerca de si mismo y del lugar que la sociedad le da al envejescente. Que el sujeto sea consciente de su propio cambio físico y psíquico y del trabajo de cambio que debe realizar para poder adaptarse a una sociedad que lo margina. Acompañarlo en el proceso de duelo para que puedan utilizar su energía en actividades creativas y objetos nuevos. Acercar a los mayores al juego, a la fantasía y a actividades creativas en grupos de pares facilitará el desbloqueo de sus deseos y emociones para poder enlazarlas a la realidad y a nuevos objetos. De esta manera la angustia liberada por el propio proceso puede ser ligada y asumida desde la salud y de forma menos traumática en compañía de sus iguales de manera amena, distendida y original. Le permitirá enfrentar sus miedos y angustias de forma lúdica y participativa a través de talleres, juegos y lugares que permitan el intercambio social. Cambiando aquellos esquemas que ahora no les serán útiles, por otros más apropiados y adaptados a la nueva etapa de vida.
Se debe promover la autonomía y el aprecio por si mismo impartiendo información acerca del autocuidado, estimulando la creación y mantenimiento de un estilo de vida sano y adecuado a su edad (dieta, ejercicio, sueño, actividad intelectual, interacción social, creatividad, controles médicos, etc.) y que conlleva un posicionamiento frente al proceso de envejecer. En este proceso educativo no hay que olvidar el acompañamiento en el duelo a través de la ayuda a posicionarse frente a su propia historia mediante el recuerdo y la reviviscencia, impulsando una resignificación que permita sustentar su identidad como persona a lo largo de la vida y que fomente su autoestima a partir de la valoración de lo vivido. Resignificar el pasado a partir del presente, integrando y proyectando sus experiencias también a futuro.
Una persona puede estar motivada por seguir aprendiendo y por seguir realizando actividades independientemente de su edad, pero desde la sociedad actual muchas veces no se le ofrece un lugar cómodo y placentero a nuestros ancianos para que puedan seguir activos y desarrollándose. Pareciera que por tener una determinada edad ya no son capaces de seguir su desarrollo personal o que ya no tienen inquietudes y deseos de seguir creciendo internamente. Se menosprecia su lugar y su deseo como si de deshechos inútiles se tratara cuando en realidad son personas que si bien han llegado a un momento de su vida menos productivo, esto no implica que deba ser un lugar pasivo como si de esperar la muerte se tratara. Es un lugar activo que también requiere de un crecimiento y desarrollo interior al igual que cada etapa de la persona. Un envejescente que no goza de una vejez activa aumenta las probabilidades de tener mayores dificultades emocionales, sociales y físicas.
Creo que ésta es una larga labor que hay que comenzar en las edades tempranas del desarrollo para que la integración social de las personas mayores se de cómo un proceso natural. Esto también redundará en una salud física y psíquica más beneficiosa, no solo en la vejez, sino durante toda la vida ya que se podrá integrar la propia muerte como un proceso natural que a todos nos llegará. Si los niños son educados en una concepción abierta y natural acerca de este proceso, también podrán disfrutar y valorar más la vida en cada momento y etapa por la que inevitablemente transitarán.
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