El duelo por la pérdida de una mascota, sigue las mismas fases y tareas que el duelo por la pérdida de un ser querido aunque tiene algunas particularidades que detallaré a continuación. Toda pérdida de alguien querido, ya sea una persona o una mascota, supone un impacto emocional intenso, en el que la persona experimenta un gran sufrimiento y desajuste psíquico y físico. El proceso de duelo es el trabajo que el doliente tiene que realizar para poder trasformar el sufrimiento de la pérdida en un recuerdo reconfortante y recuperar el equilibrio personal resquebrajado por la pérdida.
Cuando muere nuestra mascota, es normal tener los mismos sentimientos que aparecen en el duelo por una persona. Cada persona es diferente y establece un tipo de vínculo particular con la mascota. Por lo tanto, es de esperar que los miembros de una misma familia afronten la muerte de su mascota con sentimientos, síntomas, tiempos y formas de elaboración muy diferentes.
Este proceso de duelo puede facilitarse o entorpecerse dependiendo de algunos factores tanto externos, (tipo de muerte, tipo de sociedad, etc.) como internos o personales (mayor sensibilidad, más facilidad de recuperación, ideas acerca de los animales y la muerte, etc.). Por eso al hablar de la pérdida de una mascota, se hace necesario pensar algunas particularidades relacionadas con el hecho de que se trate de un animal y no de una persona, porque será un factor que dificultará algunos aspectos y facilitará otros.
Una de las particularidades que aumenta la intensidad del dolor que la propia pérdida produce, es que el duelo por perder a nuestra mascota, es un duelo “no autorizado” socialmente. Quiero decir, que un gran número de personas consideran que la pérdida de una mascota no posee el valor o el alcance emocional suficiente como para sufrir, doler y tener que transitar por un proceso de duelo. Esto por un lado produce un plus de sufrimiento, dolor y rabia cuando debemos enfrentarnos con la falta de apoyo y entendimiento por parte de nuestros allegados, que menosprecian nuestra intensa tristeza y vacío interior, con comentarios tales como: “… pero cómo puedes estar tan mal, si era solo un animal !!!”. Se dice que una mascota es un amigo fiel… Si el amigo fiel que se muere fuera una persona, nos estaría permitido sufrir, llorar, … entonces ¿Por qué no podemos sufrir y llorar si nuestro amigo fiel es un animal?
Entonces, como es inapropiado mostrar los síntomas propios del duelo (tristeza, inapetencia, insomnio, falta de atención, llanto, etc.) debemos contener y encerrar nuestros sentimientos y malestar dentro de nosotros mismos. Nos ponemos una coraza para no mostrar lo que estamos sintiendo y sin darnos cuenta el vacío se hace cada vez más grande y el dolor se apodera de nosotros, trasformando la experiencia de duelo en un malestar general que nos persigue día y noche allí donde estemos. Si el proceso de duelo se lleva en silencio y soledad el vacío interno se hace cada vez más grande y difícil de sobrellevar. Poder darle forma a ese dolor es poder expresarlo en palabras, lágrimas, suspiros, etc. Esto alivia el dolor y facilita el avance por el camino hacia la elaboración del duelo.
Por otro lado, esta misma idea puede llevar a que muchas personas la utilicen como escusa o protección ante el sufrimiento que les ocasiona la pérdida de su mascota, obligándose a sí mismos a no sentir. Entonces como el sufrimiento no es admisible, se niega: “si sufro es que estoy enfermo, soy raro, etc. porque no es apropiado sufrir cuando muere un animal… no debo sufrir… no pasó nada, era un animal… ”. Al negar las manifestaciones propias del duelo para seguir con la vida como si nada hubiera pasado, se entorpece el proceso de duelo normal. Si aprendemos a que lo apropiado es no sentir, sin querer y sin darnos cuenta podemos estar bloqueando también otras emociones, en otras situaciones que no están directamente relacionadas con la pérdida. La persona se insensibiliza y se convierte en alguien frio y distante, se aleja de las personas con mascotas, prefiere no ver para no sentir.
Pero al contrario de esta idea, el dolor que se experimenta ante la pérdida de una mascota es tan intenso y penoso como el de cualquier otra pérdida, y debemos autorizarnos a sentirlo y expresarlo. Es muy importante que podamos permitirnos el doler, llorar y expresar nuestra tristeza de forma abierta, con alguien de confianza, que no nos critique ni nos tilde de exagerados, enfermos o inadecuados. El vínculo sentimental que se tiene con una mascota puede ser tan grande y fuerte como el que se tiene con una persona, o con cualquier otro objeto que sea capaz de captar nuestras emociones y unirnos a él. Por lo tanto, es fundamental no menospreciar las emociones que surgen tras la pérdida de nuestra mascota, sino más bien expresarlas, hacerles frente y darles un significado: “me siento vacío, es como un agujero en mi pecho en el que no hay nada más que una pena oscura… y es una sensación muy dolorosa, insoportable… esto es lo que siento porque murió Pepi, mi compañero de aventuras… y se llevó parte de mi corazón”. Entre las emociones más frecuentes están la pena, el dolor y la tristeza que denotan ese estado de congoja y vacío propio del duelo; pero también son frecuentes encontrar la rabia, la impotencia y la culpa, dentro de las más comunes. Poder expresar todas ellas, con alguien que pueda escucharnos sin juzgarnos y criticarnos, puede ser de gran ayuda para aliviar el intenso dolor y transitar de manera normal por el duelo.
Siguiendo con la misma idea, si socialmente se considera inapropiado expresar el dolor de la pérdida de una mascota, con más razón se consideran inapropiados y fuera de lugar, el realizar algunos ritos funerarios destinados a facilitar el proceso de duelo. En algunos países están muy difundidos y aceptados, el que los propietarios de una mascota realicen ritos funerarios similares a los realizados para las personas. Incluso se prevé la licencia de algún día de trabajo para realizar este proceso de forma tranquila y sin tener que pensar en otras obligaciones, sabiendo que la persona requiere de un momento de aislamiento y conexión consigo mismo y sus emociones. Se ha podido constatar que el realizar ritos funerarios ante la pérdida de una mascota facilita la elaboración del duelo y el proceso de recuperación de la persona afectada.
Es importante, que aunque socialmente no estén autorizados ni previstos los ritos funerarios para mascotas, podamos realizar nuestros propios ritos personalizados, para poder conectar con nuestras emociones, despedirnos de nuestra mascota de la forma que nos apetezca y recordar el tiempo vivido con ella. Por ejemplo armar un álbum no muy extenso con las fotos más representativas de nuestra mascota, acompañándolo de relatos cortos que describan su carácter, contando anécdotas, travesuras, momentos compartidos, es una forma de ritualizar el proceso. Otra forma puede ser el redactar una carta, un poema o una canción en la que podemos expresarle todo lo que nos ha aportado y despedirnos, o encender una vela en su nombre. Puedes crear tu propio rito pensando en lo que mejor se adecúa a tus características personales.
Por otro lado, también hay factores que facilitan el proceso de duelo por la pérdida de una mascota. La expectativa de vida que tiene un perro o un gato es muy inferior comparada a la del hombre. Este hecho hace que la idea de la muerte en los animales sea aceptada con más facilidad. Es común oír hablar con soltura y naturalidad acerca de la muerte de los animales. Se asimila la muerte como un proceso natural, que existe además como recurso de supervivencia en el mundo animal. En el proceso de duelo tener una idea previa de la muerte como un acontecimiento normal que les ocurre a todos los animales, facilita la primera tarea del duelo, la de aceptación. Entonces. el proceso de duelo por la pérdida de una mascota puede acelerarse más fácilmente debido a las ideas previas acerca de la precariedad de la vida y la muerte. Pero repito, este proceso dependerá también del lugar que se le ha otorgado al animal dentro del entorno familiar y personal, y del tipo de vínculo que se haya establecido.
Asimismo cuando la pérdida es de una mascota, con la que no solemos entrar en conflicto ni tener asuntos pendientes por resolver con ella, el tránsito por el duelo se hace más llevado y por ende se acelera y facilita. Se pasará directamente al recuerdo, a la añoranza de los momentos que se disfrutaba de su compañía y al anhelo del cariño tanto dado como recibido; pero normalmente no hay recuerdos de conductas negativas y mal intencionadas por parte de la mascota, ni de los malos entendidos que como personas solemos tener, gracias al engaño, la mentira, los dobles sentidos, la maldad, etc. propia del ser humano y de las que los animales carecen. Su aceptación incondicional y falta de prejuicios hace que la relación esté libre de conflictos.
Otro punto que facilita el proceso de duelo al perder a nuestra mascota, es que la adaptación al nuevo mundo sin la mascota, normalmente es menos complicado de realizar. A diferencia de muchas relaciones entre personas, la mascota normalmente depende de su propietario para vivir y no al revés, aunque el lazo emocional de la persona sea intenso y exceptuando los perros de asistencia. Esta independencia humana para vivir en el mundo humano, facilitará la tercera tarea del duelo, ya que la persona no deberá hacer grandes arreglos en su día a día. Cuando muere una persona la acomodación a su ausencia muchas veces requiere del aprendizaje de nuevos recursos personales, el cambio drástico de rutinas, la asunción de nuevos roles, el incremento de responsabilidad, etc. Cuando muere una mascota son menos las cuestiones de la vida cotidiana que hay que cambiar, y por ende la adaptación puede realizarse con más rapidez.
Finalmente otro punto que puede facilitar el tránsito por el duelo de una mascota, es que tanto social como personalmente se admite con facilidad el suplantar o reemplazar la mascota perdida por otra. No hay ningún miramiento ético ni crítica social para llevar a cabo este reemplazo y por eso la cuarta y última tarea del proceso de duelo puede afrontarse más rápida y fácilmente. Si la pérdida es de una persona, no solo no está bien visto, sino que puede ser negativo e insano, que al poco tiempo de la pérdida se empiece otra relación o se busque un sustito, como por ejemplo es un hijo. Y con sobradas razones en cuanto a la salud mental tanto de la propia persona como del que ocupa el lugar del muerto.
Resumiendo algunos consejos:
- Reconocer que el duelo es un proceso natural y que no dura para siempre.
- Cada persona elabora el duelo a su ritmo, no te apresures para superarlo y sentirte bien. No es el tiempo lo que cura el dolor sino lo que hagas con ese tiempo, si te evades o te apresuras estás haciendo un mal uso; si lo sientes, piensas y ritualizas estás haciendo una buena inversión.
- Deja que los síntomas afloren, no los reprimas ya que son parte del proceso. Lo síntomas pueden ser muy variados y diferir de una persona a otra. Incluye manifestaciones en todo nuestro ser: aislamiento, tristeza, falta de apetito, ansiedad, falta de concentración, etc.
- Expresa tus emociones. Llora, habla, dibuja, escribe, pero no dejes de sacar todo lo que sientes ante la pérdida de tu mascota. Comparte tus sentimientos con otras personas que puedan entenderte. Tómate tiempo para estar contigo mismo. La culpa, rabia, enojo e impotencia son emociones normales dentro de este proceso, solo aceptándolas podrás superarlas.
- Disponer de tiempo para llorar y sentir pero también para distraerse y desconectar.
- No martirizarse con pensamientos negativos o que no tienen respuesta. La muerte es un misterio que no tiene una respuesta única y correcta.
- Ritualiza la pérdida. Adapta los rituales a tu forma de ser y a lo que supones que es más apropiado para tu mascota. Has un álbum de fotos, escribe cartas o poemas, enciende una vela, has un cuadro, enmarca una foto, deja volar un globo con su nombre…
- La adaptación a la nueva vida sin tu mascota es brusca en especial los primeros días o semanas. Dedica parte del tiempo que pasabas con tu mascota a recordarla y hacer alguno de los ejercicios sugeridos más arriba (escribe, has un voluntariado en un centro de mascotas, dibuja, etc.)
- No adquieras otra mascota por obligación o para llenar el vacío que dejó tu amigo muerto. Espera a estar seguro que has interiorizado el recuerdo de tu mascota y que en tu corazón y tu vida ya hay espacio para otra nueva. Recuerda que cada animalito es diferente y te aportará cosas diferentes a las que te aportaba tu anterior mascota, no intentes comparar o sustituir.
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