08 Sep 2014
septiembre 8, 2014

Relatividad

Reflexiones

EL SABIO DE LA TRIBU

Los jóvenes de la tribu se miraron entre sí, curiosos, -cuando el viejo jefe comenzó a encender una pequeña hoguera muy cerca del rió. El frío era tan intenso aquella noche que hasta los riachuelos estaban congelados. Con gestos lentos y precisos colgó sobre el fuego una olla llena de agua. Mientras él agua se calentaba, extendió una estera en el suelo y colocó sobre ella tres vasijas de barro vacías.

Cuando el agua comenzó a burbujear, casi a cien grados, el viejo jefe la echó en la vasija que tenía a su derecha.  Después cogió del riachuelo el agua helada casi a cero grados, a punto de congelarse, y la vertió en la vasija que estaba a su izquierda.  En el recipiente del medio mezcló agua fría y caliente a partes iguales.

Los jóvenes asistían a todo en silencio, cada vez con más curiosidad. El jefe le pidió entonces a uno de ellos:

-Pon la mano derecha en el agua helada y la mano izquierda en el agua caliente y déjalas allí durante un rato.

El viejo respiró hondo tres veces, inspirando y espirando lentamente. No tenía reloj, y no lo precisaba porque su noción del tiempo era magistral.

-Ahora saca las manos y coloca las dos en la vasija del medio -le dijo al joven-. ¿Cómo está el agua ahora?

Sorprendido, el joven respondió que sentía calor en la mano derecha y frió en la izquierda. En la mano derecha, que estaba en el agua fría, sentía que el agua de la vasija del medio estaba caliente; la mano que había sacado del agua caliente la sentía fría, aunque las dos manos estuvieran sumergidas en la misma vasija.  El viejo hablaba poco en los momentos en que transmitía sus conocimientos más importantes

-El agua puede estar fría o puede estar caliente; depende de cómo esté tu mano…

Respiró, miró de nuevo al joven, le sacó las manos de la vasija y continuó:

-Como todo lo que sucede en la vida… puede ser bueno o malo. Eso depende…, ¿de qué?

-De uno mismo -respondió el joven indio, contento con la enseñanza, que no olvidaría nunca más.