25 Abr 2020
abril 25, 2020

La pérdida de seguridad

Duelo

En un tiempo de confinamiento donde perdimos la libertad para movernos libremente, aparecen miedos y sensaciones que afrontar. Todo cambia repentinamente casi sin que nos demos cuenta y de repente producimos mecanismos individuales y sociales para adaptarnos casi sin querer, queriendo. Un proceso de duelo producido por la pérdida de rutinas habituales, por la pérdida de libertad, por la pérdida de seguridad vital, y en muchos casos la pérdida de salud. Un duelo por una vida que disfrutábamos de una forma y que ahora tenemos que aprender a disfrutar de una manera diferente. Toda pérdida es un duelo, ya que el duelo es l proceso que realizamos para afrontar y adaptarnos a esa pérdida.

En muchos casos y en especial al principio, este cambio es visto como algo positivo, algo incluso deseado. Trabajar desde casa, sin viajar y lidiar con el metro, el tráfico, la gente, el ruido, llegar tarde. Le vemos las ventajas a levantarnos más tarde y a quedarnos en pantuflas todo el día. Se aprovecha el tiempo para hacer muchas cosas, que siempre quedaban pendientes por falta de tiempo. Se desarrollan nuevas formas de intercambio social a través de las aplicaciones para videoconferencias y sentimos que igual podemos relacionarnos y disfrutar de la vida desde la seguridad del hogar.

En otros casos el cambio se percibe desde la soledad y, el aislamiento hace que la mente empiece a caminar por sendas de negatividad que traen tristeza, pereza, procastinación, falta de motivación, desgano, aburrimiento, rutinas sin contenido, sin significado, que apagan la energía que teníamos. Muchas veces la paralización de la rutina habitual nos deja ver nuestro propio vacío, nuestra propia sombra interna, que no éramos capaces de ver porque nos distraíamos y atosigábamos con estímulos externos que nos entretenían. Nos sentíamos valiosos y, ahora sin el andamiaje externo todo cae.

En el medio un montón de seres que quieren aprovechar el tiempo para muchas cosas pendientes, pero se frustran cuando se dan cuenta que no logran organizar una rutina que sea provechosa. El cambio es muy repentino y no alcanza para generar los recursos de adaptación necesarios y, al mismo tiempo para organizarse y ser provechosos. Se perdió la organización que nos hacía productivos. Encontrar nuevamente ese punto de equilibrio no es tan fácil como se pensaba.

Pero afuera o incluso dentro, un virus amenaza y nos muestra lo vulnerable que somos. Nos acerca a la muerte y a lo desconocido. Y todos independientemente de cómo nos hayamos adaptado al cambio nos sentimos vulnerables, expuestos, todos volvemos a ser iguales, simplemente mortales.

La mayoría después de un tiempo empieza a sentir el aburrimiento y el cansancio de estar encerrados, confinados, aislados. Pero al mismo tiempo la casa es el único lugar seguro para poder estar medianamente relajados y, alejados de un posible contagio del covid 19. Este conflicto puede producir inestabilidad emocional. Muchas emociones y procesos internos que son normales para la situación que se está viviendo. Pero que sean normales no hace que nos sintamos felices. Estas emociones y estos mecanismos se activan para alertarnos y decirnos que somos vulnerables y tenemos que cuidarnos y protegernos. Nos avisan y nos alertan para que seamos responsables con nosotros mismos y nos respetemos.