06 Feb 2015
febrero 6, 2015

Aceptarnos para crecer

Reflexiones

Aceptarnos para crecer es desarrollar la verdadera esencia de nosotros mismos, en lugar de copiar a otros.  Si somos manzanas por más que nos esforcemos por ser naranjas, no lo lograremos, pero podemos esforzarnos por dar las mejores manzanas. Cuidemos nuestra mente y cuerpo para desarrollarnos y ser unas dulces manzanas. Cuidemos a nuestros manzanitos y enseñémosles a que aceptarnos es fundamental para crecer sanos felices y lograr nuestros objetivos.

Almuerzo de domingo.

La familia reunida celebra el cumpleaños de Pedrito, el hijo y nieto más pequeño, que cumple siete años. Pero cuando todos están conversando animadamente durante la sobremesa, alrededor de un hermoso frutero con todo tipo de frutas, el padre se da cuenta de que Pedro mira atentamente algo muy pequeño que hay sobre la mesa.

-Hijo, ¿no quieres una fruta?

El niño está tan concentrado que no responde, y su padre, con la mitad de una manzana ya pelada para ofrecerle, decide acercarse a él. El pequeño tiene una semilla en la mano derecha, y la va girando con la mano izquierda para observarla mejor. El padre muestra interés por verla y Pedrito le pregunta:

-¿Qué es esto, papá?

-Eso «ayer» era una manzana, igual que la que tengo en la mano.

El niño mira la manzana que su padre le ofrece, observa de nuevo la semilla y responde:

-No, papá, ¡esto es igual que las semillas de ese trozo de manzana!

Su padre comienza a explicarle que la manzana era antes como esas semillas, que después de un cierto tiempo podrían transformarse en manzanas si tuvieran las condiciones necesarias para ello. Al ver la expresión curiosa pero un tanto confusa de su hijo, el padre siente que debe explicarse mejor.

-Míralo así, Pedrito. Ese huesecito que tienes en la mano es la semilla de una manzana, y nunca se va a transformar en una naranja, ni en un plátano ni en ninguna otra de las frutas que ves en el frutero. Si la sembramos, llegará a ser un manzano que dará muchas manzanas.

En ese momento el niño, que se estaba comiendo un trocito de la manzana que su padre le había dado, preguntó:

-¿Va a ser una manzana dulce como ésta?-Depende. Puede ser ácida, dulce, grande, pequeña, dura, blanda, sabrosa, sin sabor. Eso dependerá de la lluvia, del viento, del terreno, del sol, del calor y del frío, de los animales, de las lombrices, de los alimentos que tenga en la tierra para crecer…

El pequeño no esperó a que su padre terminase de hablar, y cogiendo las semillas del trozo de manzana que se estaba comiendo, corrió hasta el huerto e hizo algunos hoyos para sembrarlas. Su padre lo siguió y le enseñó a plantar las simientes. En las semanas siguientes, le enseñó a cuidarlas para que brotasen.

Años después, mientras comía manzanas con sus hijos en el huerto, Pedro les contó lo que había aprendido de su padre. Los manzanos bien cuidados dan manzanas bonitas, dulces y sabrosas.