La anorexia y la bulimia son trastornos de la alimentación pero tienen características bien diferentes. Empezaremos por la anorexia:

La anorexia es un trastorno que terminológicamente significa falta de apetito y se la clasifica nerviosa por su determinación psíquica; de este modo se la diferencia de aquellas anorexias causadas por desordenes orgánicos (afecciones gastrointestinales, endocrinas, tumores del SNC, etc.), ó por acciones medicamentosas. La anorexia nerviosa, está caracterizada por la negativa por parte del individuo a ingerir alimentos. No es que éstos hayan perdido el apetito, sino más bien desean no comer, con la finalidad en principio, de poder adelgazar.

Para lograrlo entran en competencia con las necesidades propias del organismo, autoimponiéndose un límite en su ingesta. Muchos pacientes han confesado su necesidad fisiológica de comer, pero temen perder el control sobre su ingesta si comen un bocado de más.

El miedo a engordar es una de las características más salientes del cuadro y les resulta difícil discriminar con facilidad sus propias señales de hambre y saciedad. Están delgados pero se ven gordos. La imagen interna de su propio cuerpo no concuerda con la que el espejo refleja, ya que el individuo se ve en el espejo pero se mira desde otro lugar. Otro lugar que puede haberse llenado con imágenes ideales de belleza anoréxica promovida por el imaginario social a través de la publicidad.

Pasando una primera etapa de lucha contra el hambre, se sienten optimistas y recompensados por los kilos que han perdido. Esto refuerza el mecanismo de restricción que los alienta a continuar. Por lo tanto, querer alimentar a un anoréxico es sólo incrementar su tenacidad para así conservar su deseo (deseo de no comer). En la anorexia el sujeto se identifica con su enfermedad de manera que ésta le proporciona un lugar para SER, para nombrarse aunque sea como anorexio. Articula su identidad a la comida de aquí la cronicidad del trastorno, dejar de ser anoréxico ó bulímico es dejar de SER.

La aparición de la anorexia y la bulimia se da con frecuencia en adolescentes, debido a que las crisis emocionales los hacen más vulnerables en ésta etapa aunque en la actualidad se ve un incremento en edades más avanzadas. La anorexia nerviosa es un síntoma que denota la lucha por parte del individuo hacia la conquista de su autonomía e individualización. Es el deseo de ser ellos mismos más allá de su familia, encontrando espacios propios y diferentes.

Podemos entender a la anorexia como una enfermedad psicológica en la que convergen factores sociales y culturales, familiares y propios del desarrollo, que se suman a las características individuales y que en cada paciente tendrán su significación particular. Todos estos factores impactan directamente sobre el organismo, provocando en una etapa más avanzada graves trastornos físicos debido a la desnutrición y deshidratación. Dentro de las enfermedades mentales, la anorexia y la bulimia presentan altas tasas de mortalidad.

Cuándo no logran mantener una conducta restrictiva, suelen recurrir al uso de laxantes, diuréticos, ejercicios físicos extenuantes y a la provocación de vómitos como manera de reparar la culpa por haber traspasado el límite autoimpuesto, ó por haber comido algún alimento no permitido.

El cuadro anoréxico también presenta una cara purgativa en la que el sujeto recurre al vómito autoinducido ó al uso de laxantes y/o diuréticos como mecanismos compensatorios con la creencia que éstos le ayudarán a deshacerse de algunos kilos más. Se diferencia de la bulimia porque en éste otro cuadro el acto purgativo generalmente va acompañado de los llamados atracones o festines donde la persona come sin restricción todo aquello que desea para después vomitarlo.

Es importante resaltar que en una primera etapa la anorexia puede pasar desapercibida. Sólo se hace dieta para bajar de peso ó simplemente se restringen las comidas engordantes.

El término bulimia significa deseo irresistible de ingerir una cantidad excesiva de alimentos cuya causa está ligada a un trastorno psíquico. Se la caracteriza por alternar período de ayuno ó restricción alimentaria con episodios de sobrealimentación descontrolada, seguida por vómitos autoinducidos y/o por el uso de laxantes y diuréticos. Estos episodios de ingesta exuberante y descontrolada se denominan binge eating ó atracón.

Hay que diferenciar éstos atracones propios de la bulimia con episodios de ingesta copiosa dados por otras situaciones (emocionales, sociales, orgánicas, etc.). La diferencia con la ingesta bulímica ó atracón es que en una comida desordenada por evento social o personal, una vez transcurrida ésa situación especial, se vuelve a una ingesta normal. Algunos ejemplos de éstas situaciones serían las fiestas en general, un estudiante los días previos a un examen, una mujer en el período premenstrual, el arribo a la adolescencia, etc.

El atracón bulímico, en cambio, es un acto realizado secretamente y con gran vergüenza por parte de la persona. La comida es tragada rápidamente y sin darse tiempo para saborearla. Durante la crisis se manifiesta una ansiedad incontrolable, de pura excitación, dónde un bocado lleva a otro bocado sin posibilidades de ponerse límites, perdiendo así las fronteras entre el interior y el exterior. Algo lo mueve a comer y sin embargo dice saber que eso no es hambre. El rasgo esencial es que el paciente bulímico vive los atracones como ajenos y repugnantes pero se siente incapaz de controlarlos.

Entonces, al hablar de bulimia me refiero a una forma particular de ingesta excesiva que va acompañada de un rasgo fundamental y común también para la anorexia: el temor malsano a engordar. La delgadez se torna fundamental para la sensación de bienestar, y la autoestima comienza a ser regulada por un sistema de valores que tiene como eje el peso. Después del atracón hay un fuerte remordimiento por haber traicionado su aspiración de peso ideal. Vomitar, entonces, es una solución de corto alcance: si bien el alimento rechazado es eliminado, el hambre despertará un nuevo atracón que convertirá éstas prácticas en un círculo del cual se le hará cada vez más difícil poder salir. Esta práctica rompe el circuito natural de hambre-comida-saciedad.

No obstante cabe aclarar que hay bulímicos que no recurren al vómito para purgar las culpas ó lo hacen muy esporádicamente, de allí que se pueden observar pacientes bulímicos obesos y otros con normopeso (peso normal), pudiendo pasar desapercibidos durante años por presentar un aspecto más saludable. En el caso de los pacientes anoréxicos, su aspecto desnutrido hace evidente la enfermedad en un tiempo mucho menor.

Por otra parte, los bulímicos son conscientes de que su conducta alimentaria no es normal, recurriendo muchas veces de forma espontánea a la consulta psicológica. En cambio los anoréxicos niegan tanto la enfermedad como su hambre. Mientras que el anoréxico mantiene el control sobre su ingesta y su cuerpo, el bulímico fracasa rotundamente y de manera repetitiva.

Otro rasgo que los diferencia son las conductas sociales. Mientras los anoréxicos son jóvenes ejemplares e introvertidos, los bulímicos son extrovertidos y activos socialmente, pudiendo además tener trastornos en su conducta (abuso de drogas, acciones automutilantes, hurtos, desórdenes en su conducta sexual, etc.). Los pacientes anoréxicos tienen dificultades para leer sus estados de hambre y saciedad. Contrariamente, los bulímicos tienen mayor conciencia de los estados internos, pero menor capacidad para controlar sus impulsos. Utilizan el atracón para aliviar un malestar psicológico.