13 Ene 2015
enero 13, 2015

Duelo Complicado

Duelo

El duelo complicado puede definirse como “la intensificación del duelo al nivel en que la persona está desbordada, recurre a conductas desadaptativas, o permanece inacabablemente en este estado sin avanzar en el proceso del duelo hacia su resolución”(Horowitz).

El duelo complicado se produce cuando el proceso de duelo sufre algún tipo de alteración que atasca su elaboración. Si alguna de las tareas del duelo, descritas en un post anterior, no se elabora adecuadamente, el proceso de duelo normal se estanca y el duelo se complica.

Si bien el duelo no es una enfermedad ni un trastorno psicológico, algunas veces produce una desviación del estado de salud. El duelo complicado puede ser un factor desencadenante de depresiones clínicas, estados de ansiedad, y si no se resuelve adecuadamente, puede derivar en trastornos más graves, al introducir componentes que desequilibran alguna dimensión de la persona.

La mayoría de los autores coinciden en considerar dos magnitudes para diferenciar un duelo normal de un duelo complicado: son la intensidad y la duración del duelo. Al cruzar estas dos variables, con las manifestaciones propias de cada tarea, se puede tener una visión más completa, acerca de un posible duelo complicado.

El tiempo de duración del duelo, cuando las primeras tareas no son resueltas, puede ser un claro indicador de que el duelo se está estancado, y puede llegar a complicarse. Si el doliente no puede ponerse en acción en la búsqueda del equilibrio, quedando en un estado de shock durante meses, es un indicador de un duelo complicado. Otros ejemplos son el mantenimiento del luto por años, los mausoleos, la cosificación o la momificación, etc.

Cuando la intensidad del duelo sobrepasa las capacidades de afrontamiento que la persona posee, se produce una sobrecarga del sistema psicológico y el doliente comenzará a manifestar conductas no adaptativas, como por el ejemplo el consumo de drogas o alcohol, la hiperactividad, realizar acciones que pongan en peligro su vida, aislarse, etc.

Para relacionar intensidad y duración, por ejemplo, podemos pensar la negación como una conducta adaptativa en las tareas iniciales, pero cuando la misma se extiende por mucho tiempo se transforma en una conducta no adaptativa, ya que paraliza el proceso de elaboración, y se transforma en un duelo complicado.

El duelo normal es un proceso que avanza con altibajos y que va fluctuando entre el sentir y el hacer. Sentir es esencial para ser consciente de la pérdida; y experimentar el dolor, la rabia, el miedo, etc. facilita la asimilación de la pérdida. Sentir no solo es necesario, sino que posibilita que el proceso de elaboración siga su curso.

Pero hacer también es fundamental para impulsar el proceso y la propia vida. Distraerse adecuadamente, atender las tareas cotidianas, permitirse salir, relacionarse, etc. son formas de accionarse adecuadamente para impulsar el proceso.

Por lo tanto si el doliente sólo se ocupa de una de estas dos vertientes olvidando la otra, están sentadas las bases para el duelo complicado.

Distraerse de forma impulsiva y continua, no permitirse momentos de conexión con las emociones, o evitar situaciones o lugares que le recuerden al fallecido, son formas de no sentir. Si evitamos el dolor y demás sentimientos de manera prolongada, el proceso se estanca en un no sentir y por ende en un no elaborar.

Una persona ajena al mundo que la rodea, aislada e inmersa en sus emociones, podría estar desarrollando un duelo complicado; al igual que una persona que dejando de lado su dolor, se dedica a tareas nuevas, salir y distraerse sin darse un espacio para sentir.

Son dos esferas de la persona que deben ser trabajadas de forma alterna pero conjunta, y que remiten a dos pulsiones neurofisiológicas diferentes, que intentan mantener el sistema neurobiológico en una homeostasis.

Para resumir se puede decir, que el duelo complicado se produce cuando la intensidad y duración de cada una de las tareas del proceso de duelo, no son las adecuadas, y la fluctuación entre el sentir y el hacer se bloquea. 

Por lo tanto, una forma de evitar el duelo complicado es permitir la expresión de las emociones a través del llanto, sentirse triste, con falta de ánimo, hablar de lo ocurrido, aislarse, recordar a través de fotos u objetos, etc., y al mismo tiempo darse tiempo para distraerse, centrándose en su vida cotidiana, racionalizando, etc. Esto facilitará su adaptación a la vida sin el ser querido, y le permitirá invertir energía en restablecer relaciones y en hacer cosas nuevas.

Muchos autores hablan de duelo patológico como sinónimo del duelo complicado, personalmente prefiero y creo que es útil diferenciar el duelo patológico, como aquel que va unido a otras psicopatologías previas de la persona. Son duelos que cursan con alguna psicopatología preexistente de la personalidad, y que complican el duelo con aspectos patológicos, como puede ser los delirios y las alucinaciones (propios de una esquizofrenia), los ataques de pánico (propios de un trastorno de ansiedad) o un nuevo intento de suicidio (propio de un TLP), etc.

Por lo tanto, cuando hay una psicopatología previa, el duelo agudiza ese estado previo. Las formas de psicopatología más frecuentes relacionadas con el duelo, son el estrés postraumático, depresión, trastornos de ansiedad y trastornos adaptativos (paranoide, maníaco, somático, depresivo y obsesivo).

Hay personas que tienen una predisposición a sufrir algún tipo de trastornos o alteración psicopatológica, (que está latente), y la pérdida de una persona querida (hecho traumático), puede actuar como desencadenante.

El diagnostico de un duelo complicado, debe ser valorado por un profesional experto, ya que el proceso de duelo es muy personal, varía de persona a persona y de una sociedad o cultura a otra, etc. Lo que podría ser diagnosticado como un duelo complicado en una persona, podrá ser normal en otra.