28 Ene 2015
enero 28, 2015

Celos

Pareja

Los celos es un tipo de respuesta emocional ante la posibilidad de perder a la persona que se ama. Los celos encierran un miedo que tiene una base real, ya que es factible perder el amor de la persona que amamos.

Desde este punto de vista tiene un aspecto que es adaptativo, pero que se transforma en un desorden emocional, cuando el sujeto que los padece, pierde el control y siente un malestar exagerado ante circunstancias y situaciones que no tienen la intensidad suficiente para producir esa carga emocional intensa. Esto redunda negativamente tanto en la persona que lo padece como en su pareja o seres queridos.

Las personas que padecen de celos generalmente tienen una tendencia a ser inseguras, poseen una baja autoestima y como consecuencia suelen ser dependientes y tajantes en sus valoraciones, sin grises.

Los celos es una respuesta posesiva, similar a la que podemos tener cuando pensamos que alguien nos quiere robar algo valioso, apreciado y amado por nosotros. Tememos perder algo que apreciamos, y para evitarlo, tomamos las precauciones necesarias para que nadie tenga acceso a ello. Pero cuando el objeto valioso es una persona, la situación se torna más complicada. La otra persona tiene decisiones propias, puede elegir y es vulnerable ante la seducción que otras personas pueden ejercer sobre él. A nuestro novio/a no podemos guardarlo/a en una caja de seguridad, ni esconderlo/a en un cajón con doble fondo para que nadie se sienta tentado a cogerlo. Queda claro que esta actitud encubre un sentimiento de posesión hacia el otro y la idea de perderlo hace que aparezcan los celos. Resumiendo, podemos decir que los celos es una respuesta emocional ante el miedo o la amenaza de perder el amor de la persona que amamos.

Si bien los celos se asocian a las relaciones de pareja, también son frecuentes ante otro tipo de relaciones como los celos entre hermanos, los celos ante los amigos de nuestros amigos, de nuestros compañeros de trabajo, etc. Las personas somos capaces de amar de diferentes formas a diferentes personas, con diferente intensidad y de diferentes maneras. Por lo tanto amar no implica amar a una sola y única persona. Podemos elegir a una persona con la que queremos compartir nuestra vida sin que ello implique que dejemos de amar a nuestros hermanos, a nuestros amigos, o a otras personas de nuestro entorno. Exigirle a alguien que nos ame únicamente a nosotros, es una actitud egoísta, que se contrapone a la esencia de la persona y a lo que es el amor. En este contexto egoísta, los celos aparecen cuando la persona se percibe a si misma inferior a otras personas con las que entra en competencia por el amor del ser amado. Al no sentirse lo suficientemente valiosa para el otro, teme que otra persona con mejores condiciones, pueda apoderarse de la persona que ama y así perder su atención, aprecio, valoración, etc.

Los celos aparecen ante una amenaza interna, no necesariamente real. Esto queda en evidencia, en personas que están continuamente revisando las pertenencias del otro en busca de pillar a la otra persona en una mentira o engaño. Esta es una conducta anticipatoria, que parte de una suposición o idea interna de no ser lo suficientemente importante o valiosa para el otro. Esta creencia remite a una inseguridad interna tan grande, que la lleva a dudar continuamente de su valía personal (de lo valiosa que puede ser para la otra persona) y por ende de la capacidad de del otro para amarla. La persona con celos se ve a si misma tan empobrecida, que duda de todo, y necesita empobrecer el mundo del otro para sentir un poco más de seguridad. Pero si el otro accede a este antojo, la pareja entrará en un círculo limitante, donde ambos se irán empobreciendo cada vez más como personas, ya que las limitaciones serán cada vez más restrictivas.

Solucionar los celos implicará trabajar este egoísmo que se esconde detrás de la baja autoestima, la inseguridad, y revisar las ideas que tenemos acerca de nosotros mismos y del significado del amor.

Alguna vez habrás escuchado, o tú mismo habrás dicho la frase “Si realmente me amaras, tendrías miedo a perderme y harías lo que fuese para mantenerme a tu lado”. Muchas personas entienden los celos como una demostración del amor; creen que cuanto más celos existe en una relación, más amor hay depositado en ella. Nada más alejado de la realidad.

Desear ser amados y que la persona que amamos esté a nuestro lado y comparta nuestra vida, procede del amor, pero si dejamos que nuestra inseguridad y el temor se apoderen y controle nuestras emociones y conductas eso no es amor, es miedo. El verdadero amor se basa en la libertad y no exige condiciones. Si no puedes elegir libremente entre amar y no amar a alguien, en ser tú mismo, en estar con otros, en poder amar a otras personas, en hacer algo que te apetece, en mantener tu individualidad, etc. no estás siendo libre de amar, entonces eso no es amor. Eso es miedo.

Este miedo muchas veces procede de las creencias que fuimos asimilando durante nuestra crianza en el seno familiar, el entorno escolar, la sociedad. Entornos donde ser amados, dependía de hacer lo que los demás consideraban que estaba “bien”. Esto fundamenta la idea de que para ser amados es necesario ser “bueno/a”, “sumiso/a”, o no ser “malos/as”, “rebeldes”, etc. según la valoración que hacen los demás. Si no cumplimos son esas directrices no seremos amados. Entonces, tanto la persona que siente celos como el que es celado (se deja celar), entra en una dinámica donde el amor está condicionado a lo que el otro espera de la relación. Esto limita la individualidad, la espontaneidad y el crecimiento mutuo, borrando las diferencias y anulando las particularidades de cada uno.

Las personas que sienten celos, parecen necesitar que la otra persona demuestre su amor de forma incondicional, pero condicionándolos a que se los ame de la forma que ellos quieren: ser lo único en sus vidas, que no haya espacio para nada ni nadie más. Las personas con celos se basan en un amor condicionado a su propia valoración de cómo debe ser la relación. Sin darse cuenta,quedan en evidencia sus propias inseguridades y temores de no ser lo suficientemente buenos para que la otra persona los ame. Entonces para no perder el amor de su pareja exigen demostraciones continuas de lo valiosos que son para ellos, exigiendo incluso sacrificios de parte del otro. Se sienten inseguros, con miedo de no ser aceptados, amados, porque ellos mismos no son capaces de amarse tal y como son.

Aprender a amarnos a nosotros mismos de forma incondicional, con nuestras virtudes y nuestros defectos, hará que podamos amar a los demás con la misma libertad, aceptando su individualidad y enriqueciéndonos con esas diferencias. Amar y amarnos de forma incondicional, implica confiar en que los demás también podrán amar esos defectos y no querrán cambiarnos para ser dignos de su amor. Eso sería egoísmo: Si no eres como yo quiero que seas, no te amaré, no eres digno de mi amor. Aquí la persona simplemente repite una conducta aprendida de pequeño en que sentía que perdía el amor de los demás si no hacía lo que ellos querían. Ahora de adulto, se cree con el derecho o el poder de ser él/ella quien pueda arbitrar las relaciones según sus propias valoraciones.

También la inseguridad se puede manifestar en la idea poco consciente, de que nadie será capaz de querernos, y ahora que hay alguien que realmente nos valora, no podemos dejarlo escapar. En este punto el otro se transforma en una persona muy especial, que es capaz de ver nuestra esencia, eso que nadie ve o reconoce. Nos sentimos valorados y amados por alguien. Si el otro dejara de amarnos, nuestra autoestima se vería sacudida de inseguridades y nuestro valor como persona quedaría cuestionado. No valgo lo suficiente para el que otro me ame y nadie más me amará. Muchas relaciones egoísta y dependientes se mantienen incluso después de un quiebre, debido a este mecanismo. No puedo cortar con esta persona porque eso implicaría perder la única valoración que obtengo, a través de ese alguien que me valora. Romper significaría que no valgo para nadie.

Los pensamientos, la valoración y la idea que tenemos acerca de nosotros mismos y del amor, forman las creencias posesivas de los celos, que hacen que mostremos nuestro pobre, limitante, desconfiado e inseguro mundo interior. Entonces empieza a pensar sin prejuicios y a amar desde un amor realmente incondicional. Si eres capaz de reconocer y amar en los demás esas cualidades que valoras, también eres capaz de empezar a reconocer y amar esas cualidades en ti mismo. Si hubo personas en tu vida que te amaron significa que amaron tus valores y cualidades, ¿Por qué los demás pudieron verlas y tú no eres capaz de reconocerlas y amarlas? Si ellos te amaron, muchos más serán capaces de amarte, siempre que tú mismo te consideres un ser valioso, digno de ser amado porque te amas incondicionalmente.