La enfermedad y la discapacidad afectan a las personas de forma diferente según la capacidad de afrontamiento y herramientas personales de las que disponga. No obstante la mayoría de las personas, que se enfrentan a una noticia de enfermedad crónica, incurable o incapacitante, pasarán por diferentes etapas o fases que no son mAfrontar la enfermedad y discapacidadás que estrategias de afrontamiento emocional para asimilar y adaptarse a la nueva situación.

Negación: Es el sentimiento más habitual en esta fase, pero a la vez es una estrategia de afrontamiento. La negación funciona como un amortiguador después de una noticia inesperada e impresionante, permite darle tiempo al paciente para movilizar estrategias de defensa y afrontamiento. Se da sobre todo en la fase de diagnóstico, pero se puede dar en cualquier momento de la enfermedad o persistir como una forma individual de afrontamiento que se enquista en la persona y no le permite avanzar. Ante esta negación el paciente se aísla para protegerse de la realidad o en otros casos se conduce negligentemente como si la enfermedad no existiera.

Rabia: la negación suele ser sustituida por sentimientos de ira, rabia, envidia y resentimiento. Es una fase muy difícil de afrontar para la familia y el personal médico. La ira se desplaza en todas direcciones y se proyecta contra lo que les rodea, a veces casi al azar. También puede ser conducida hacia la persona misma (culpa) y afectar su sistema de afrontamiento. Las personas que se estancan en esta fase no logran salir de la queja que muchas veces es expresada como incomprensión o como ataque personal (nadie me entiende, todo lo que digo está mal… etc.)

Aceptación: Después de negar lo evidente y de haberse enfadado con todo el mundo, el paciente es consciente de la realidad y comienza a pactar con el mismo y con el resto del mundo. El paciente empieza a buscar soluciones y desea controlar su dolor o molestias físicas. Muchas veces en esta etapa se pasa al extremo de querer controlar incluso lo incontrolable, buscando alternativas a la medicina tradicional y muchas veces exponiéndose a situaciones poco saludables pudiendo dar una etapa intermedia reactiva de sobre-control que suele ceder al ver que todos los caminos conducen a la misma realidad y aceptando su condición. Las personas que se quedan en esta etapa no se dan por vencidas nunca y se agarran a cualquier promesa de curación sin importarle el aval científico que la misma tenga.

Compromiso: No debemos caer en el error de confundirnos y creer que la aceptación es una fase feliz sino que es una fase que puede movilizar a la persona hacia el cambio y la búsqueda de recursos personales para obtener una calidad de vida acorde a sus posibilidades. Reconocer las limitaciones y poner en marcha estrategias de afrontamiento para paliar la situación y llevar una vida lo más adaptativa y feliz posible. Una vez que la persona acepta su condición es posible que reconozca sus propios recursos para ponerlos en práctica y que pueda aprender otros que le ayuden a enfrentar su situación. Que sea el paciente el que controle la enfermedad y no a la inversa. Podrá armar su botiquín de estrategias para cada momento y lugar que le toque vivir.

La psicología de la salud es una de las especialidades de la psicología aplicada que estudia y trabaja en la relación que existe entre el comportamiento, la salud y la enfermedad.

La salud y la enfermedad dependen de la interrelación entre factores biológicos, psicológicos y sociales, por lo tanto, el centro de intervención no es la enfermedad sino la persona. La salud deja de ser la ausencia de la enfermedad y se transforma en condiciones de vida saludable.

Los conceptos de salud/enfermedad no dependen exclusivamente de qué enfermedad o síntomas padece el sujeto, sino también y fundamentalmente de cómo la persona interpreta, siente y responde a las diferentes demandas de su vida. Desde esta concepción las personas han de tener un papel activo y responsable en el control de los factores que afectan a su salud a fin de llegar a obtener un “estado de bienestar completo físico, mental y social,” según lo entiende la OMS (1983).

Por lo tanto, las enfermedades crónicas, incurables o limitantes obligan a orientar los esfuerzos del tratamiento a la prevención y la rehabilitación, entendiendo que las conductas que los pacientes y sus familiares adopten, repercutirán directamente en el ajuste o desajuste físico y psíquico del paciente a su enfermedad y al entorno. Estas malas conductas llamadas patógenas, contribuyen a la aparición y desarrollo de la enfermedad. Si a una persona se le diagnostica diabetes y ésta se niega a seguir la dieta adecuada (conducta patógena), muy probablemente la enfermedad se agravará.

Por ello el primer paso es proporcionar información y educación sanitaria adecuada. El conocimiento acerca de la enfermedad permite nivelar los niveles de ansiedad producida por el desconocimiento de causas, síntomas y desarrollo de la enfermedad y al mismo tiempo le ofrece al paciente la posibilidad de tener cierto control sobre ella al promocionar hábitos y estilos de vida saludables.

Muchos pacientes buscan información en internet, y no está mal querer conocer más acerca de su enfermedad, el riesgo está dado por la individualidad de cada caso. No todas las personas que tienen cáncer, padecen los mismos síntomas, tienen las mismas características tumorales, ni siguen los mismos tratamientos; por lo tanto seguir sugerencias o consejos de este tipo puede ser perjudicial en lugar de beneficioso.

Además se trabaja en profundidad el equilibrio emocional, no sólo esperando que la persona se sienta más tranquila y mejor, sino propiciando un estilo de afrontamiento más positivo en relación a la enfermedad. Se trabaja sobre el control de actitudes, motivaciones y estados emocionales vinculados con la salud y enfermedad tales como la rabia, la impotencia, el miedo, la culpa, etc. que al no estar bien orientadas pueden conducir a un estado de estrés, ansiedad, depresión, etc.

Finalmente se armará un aprendizaje de competencias y habilidades básicas ante la enfermedad a fin de poner en práctica las herramientas adecuadas para cada problema, síntoma, situación particular, estímulos, etc. De esta manera se acerca la salud y el bienestar personal a través de un control consciente de parte del paciente y la familia de la enfermedad, aceptando las limitaciones que la misma le produce y originando ámbitos de apertura hacia sus posibilidades.

La finalidad última del programa de intervención es proporcionar las herramientas que incrementen la calidad de vida, entendiendo la misma como una medida compuesta de bienestar físico, mental y social, en combinación siguiendo a Font, con la valoración subjetiva que el paciente hace de diferentes aspectos de su vida, en relación con su estado de salud.

Cada persona tendrá su propio proceso de adaptación y afrontamiento.

La psicología de la salud tendrá en mente los siguientes objetivos:

  • La evaluación de la conducta como uno de los factores determinante de la salud y la enfermedad.
  • Centrará su trabajo en la adecuación emocional que la enfermedad produce en esa persona en particular como el factor central de la terapia.
  • Buscará aquellas conductas protectoras y de riesgo para la salud para que aprenda a distinguirlas y a optar por las más adecuadas a su caso.
  • Buscará la adaptación psicosocial de la persona según su experiencia de la enfermedad, su tratamiento y su rehabilitación.